jueves, 20 de octubre de 2011

El embarazo, segundo trimestre

Son demasiadas cosas que contar, he tenido que dividirlo en varias partes, la primera está aquí.

Durante cada semana del embarazo iba disfrutando de mi tripa, de verla crecer, de notar cómo se movía, me encontraba genial, físicamente y en todos los sentidos. Los problemas los relativizaba, el trabajo ya no me agobiaba, sólo estaba feliz de sentir a mi pequeñín creciendo cada día…


Así que llegamos a la eco de la semana 20 muy tranquilos, confiados de que todo iría bien. Nos fuimos a La Paz, la verdad es que después de pasar por la clínica del Viso, la planta de gine del hospital estaba bastante cochambrosa. Frío fue la sensación que me dió. Todo viejo, sensación de sucio, asientos incómodos en pasillos estrechos, muchas batas blancas, frías llamadas por megafonía, caras serias... Nuestro turno en el ecógrafo…

Me tumbo. Ni hola. Empieza a mirar, no me enseña la pantalla. Silencio sepulcral… me han dicho que es un tipo borde así que no me atrevo ni a preguntar. Tic, tac, tic, tac… empieza a dictar a su enfermera. Medidas, números, parámetros… “arteria umbilical única”. Cara seria. Miro a mi hermana, enfermera, que se ha colado con nosotros, también seria. “Ectasia piélica bilateral leve”. Más serios aún. La cara de mi hermana es un poema. La del médico también. Mierda, algo no va bien. Bueno, seguro que sólo es un susto, ya sabemos lo que les gusta asustar para curarse en salud… Nos dicen que estas dos cosas no tienen porqué ser nada, pero que juntas pueden significar alguna malformación. Glups. Glups, glups. No consigo tragar. Y entonces? Entonces, le recomendamos que se haga una cordocentesis. Cómo?? Bueno, una amniocentesis también valdría, da menos seguridad pero tiene menos riesgo. Ala, traga... (cordocentesis: “consiste en extraer sangre fetal mediante la punción del cordón umbilical del bebé guiada por ecografía a través del abdomen de la mamá”, total, nada…pincha en la tripa, llega hasta el saco, atraviésalo, localiza el cordón sin pinchar al niño que ya se mueve un montón, y pincha en el cordón resbaladizo acertando a dejar la aguja en el sitio adecuado… mira, se me pone mal cuerpo solo de pensarlo).

Bueno, pues vamos a pensarlo. Toma (y me alarga una eco 4D en papel, regalo de la casa). Buf, tengo un mal cuerpo que no veas. Ni me atrevo a preguntar más, lo hace mi hermana: perdona… es niño o niña? Niño. Gracias. Hasta luego. Un niño!, vamos a tener un pequeñín! Yo no lo he podido ver, pero Javi dice que lo veía precioso en la pantalla… Qué sensación tan rara, una pedrada en toda mi ilusión y a la vez, la carita de mi niño por primera vez, taan ricoo… mi cara debe ser un cromo.

Pasamos los tres un rato largo en la sala de espera, bueno, el pasillo de espera, pensando. No nos lo podemos creer. Empezamos a decir cosas, lo que se nos ocurre. Hipótesis, supuestos, imagínates, ysis, yonomelocreos… vaya rato. Al final, gracias a las gestiones de mi hermana, es posible hablar ya mismo con la gente de genética del hospital, que nos cuenten esto de las pruebas. Así conocimos a uno de los angelitos que hay por allí: la doctora Mansilla, todo empatía y claridad. Salimos un poco más tranquilos (si es que cabe la tranquilidad en este momento), haremos una amnio. No creo que pudiera llevar tranquila el resto del embarazo sin saber qué está pasando… Joder, una amnio, creía haberme despedido de ese fantasma hace ya unas semanas! Yo que no iba a hacerme casi pruebas lo estoy clavando!

Por suerte, somos “de la casa”. Todo va rápido. La amnio al día siguiente. Le tiendo el papel a la enfermera, mi mano no lo quiere soltar. Pase.

Entro en la sala del ecógrafo, me reciben 5 personas muy serias, una estudiante al mando, el médico detrás. Empiezo a llorar. Señora, si se va a poner así y aún no hemos empezado…, la prueba es difícil, piénseselo bien. Sigo llorando, ahora no sé si es más fuerte el miedo que tengo o las ganas de darle a este tío una patada en la boca. Me saltan todos los miedos, todos los prejuicios contra el hospital, no soy capaz de parar de llorar. Noto como entra la aguja, son muchas capas, me quedo petrificada llorando. Cierro los ojos, visualizo la aguja rompiendo la bolsa y se me pone un nudo en la garganta, veo a mi niño flotando, huyendo de esa cosa punzante. Deseo que no se estropee todo con esta prueba, no me lo perdonaría… Ya está. Salgo de la sala, me pongo a llorar a todo llorar, apoyada en una pared y mareada del shock, “no me lo perdonaría”… Me recoge una enfermera y me pasa a una sala y me dice que me tumbe. El corazón a 500 revoluciones. No noto a mi pequeño. Solo noto el nudo en la garganta.

Me dicen que repose unos días. Metida en la cama, sin moverme. Las horas no pasan. A veces no lo noto, y solo vuelvo a respirar cuando siento otra vez que está ahí. No hago otra cosa que mirar su cara en la foto que nos dieron y llorar. Tres días eternos, al tercero, ya no aguanto más. Hablo con mi hermana y me dice que va a pasar por la consulta de genética, me llama al rato: está bien. El primer análisis rápido está bien. Síndrome de Down y otros dos síndromes relativamente comunes descartados. Respiro, lloro, río, lloro... Espero unos días más en reposo, no quiero ni pensar en una fisura en la bolsa, me da pánico moverme.



Después de unos días, me siento con ánimos de ir a trabajar, así que el lunes me planto en la oficina, cuento mi periplo, “menos mal que ya ha pasado el susto”, ya puedo hacer vida normal… Esa noche, noto un poco de líquido… horror. La imagen de una fisura en la bolsa me retumba. Vuelve a mi cabeza el “no me lo perdonaría”. Así pasamos otra semana de reposo con el alma en un hilo, sustos a media noche,… y un dolor de cuerpo terrible de no cambiar de postura…

Después de todo, los días van pasando y la cosa va quedando atrás, los análisis finales salen bien. Parece que todo ha quedado en un susto. Joder que susto. Y ahí está la ectasia, que una vez descartadas las malformaciones, no se nos olvida que había un problemita en el riñón… bueno, ya parece un mal menor y además, lo normal es que se corrija solo durante el embarazo...

Las siguientes visitas con el gine del ambulatorio van de mal en peor. Chascarrillos cutres, “cómo que no te quieres hacer esa prueba?”, “no quiera usted tanta información”… Al final me hago la curva de la glucosa, a mi pesar. Pero se acabó. El ginesaurio se ha dejado ver… salimos por patas, cambiamos de sitio, nos vamos a Puerta de Hierro. Que si no, entre este tío y La Paz nos van a amargar el embarazo. Con lo bien que yo me encuentro y parece que va saliendo todo mal, cuando en realidad… no hay nada mal!. Seguiremos el tercer trimestre en Puerta de Hierro, pero ya nos ponemos en contacto con la matrona que nos llevará el parto en casa, no quiero más hospitales ni en pintura! Sólo quiero disfrutar de mi embarazo!

Las visitas con Anabel nos encantan, salgo empoderada, segura de mí misma, confiando en mi capacidad de gestar y parir, me dan fuerza. Qué distinto… Qué diferente forma de vivir el embarazo, entre miedos o disfrutando, menudo cambio… Qué maravilla es tener un hijo creciendo dentro! Ver la tripa crecer, sentirlo moverse, saber que se siente bien ahí…

Y aún queda más... continúa aquí.

martes, 11 de octubre de 2011

El embarazo, primer trimestre


Bueno, poco a poco me voy atreviendo con el tema por el que empecé el blog... ya he conseguido ponerme a contar mi embarazo, que es como una mala película de terror y suspense. He acabado con el primer trimestre y he acabado agotada, así que irá por fascículos... este es el primero:

Después de un par de años de espera, de tristezas e ilusiones, ansiedades, agobios, pruebas, citas para dentro de 4 meses en la seguridad social… al final había un bicho. Ureaplasma urealyticum era su nombre. Antibiótico unos días. Y ale, a la siguiente, dos rayas en el test.

A partir de ahí, comenzó la historia de nuestro embarazo, que da para escribir un libro pero que voy a intentar abreviar en unos párrafos…

Bueno, todo empezó un poco antes, con una infección de muelas. Ésta te la tienes que quitar. Así, antibiótico (madre mía, años sin tomar medicación y de repente sobredosis… cosas de la vida), radiografía… firme aquí si no está embarazada. Mire, no creo que lo esté, porque llevo dos años queriendo estarlo, pero ahora mismo no le puedo asegurar… bueno, entonces no podemos hacer esta radiografía, vuelva cuando le baje la regla… nunca volví. Eso sí, esta muela que sigue conmigo ha hecho que tenga que lavarme los dientes hasta después de comer un pistacho.

Bueno, pues cuesta creerlo después de tanto tiempo, pero es así… estoy embarazada. Toma y toma.

Después de lo de la otra vez, pasando de hacernos ecografías antes de la semana 11, total para qué… vamos a enfocar este embarazo con las mínimas intervenciones, nada más que las pruebas inevitables. JA. Ja, ja, ja.

Bueno, pedimos hora en el ambulatorio para la primera analítica, la del primer trimestre. Me la hacen. Me dan hora para el gine que me corresponde. No le conozco. Meto su nombre en internet y sólo salen sapos y culebras… ginesaurio a la vista… uf, qué pereza. Vale, llamo para pedir con el que he leído que es un poco mejor en ese centro de salud, y resulta que está de vacaciones, así que me dan hora para más adelante, pero me voy a tener que hacer la eco y el screening por el privado.


Semana 11, vamos a un ginecólogo privado en El Viso, él único que me da hora para una ecografía dos días después, varios mercedes a la puerta, la clínica del pijerío absoluto, la sala de espera más grande que toda mi casa, mola, me digo, total para eso pago el seguro. Bueno, 3 horas de espera para entrar a una consulta de 2 minutos. El colega, bien repeinado, con el ego bien arriba, moreno de rayos uva, barbilla alta de “las mujeres me necesitan” me hace dice que me va a hacer la eco pero que ellos la suelen hacer en la semana 12, no en la 11, le digo que qué bien, a ver cómo sale. Y después de hacérmela de mala gana y decir, bah, esto no vale para el screening, eso es la semana que viene, mira, no mide suficiente, “ya-te-lo-decía-yo” (ala, nuestro primer momento robado, la primera vez que lo veíamos, no pudimos disfrutarlo…). Y toma ecografía gratis, me podría haber preguntado, porque no me la habría hecho, imbécil. A cuántos ginecólogos piensas ir?, me dice… Y qué estas tomando? Y eso quién te lo ha mandado? Mandan cualquier cosa, y luego los problemas… vaya, no nos estamos gustando mutuamente, pero ya no hay vuelta atrás, necesito esa prueba. Quiero otra analítica, me dice. Pero si ya me hicieron una en el ambulatorio. No, esa no me vale, aquí queremos la nuestra. Otra analítica, ale. Todo doble, qué gasto más tonto. Y qué cabreo… empezamos bien con lo de las no-pruebas…

Semana 12, eco, todo bien, menudo alivio… y qué momento tan bonito, el enano saltando ya, no quería que lo midieran, jaja!. A los pocos días, volvemos a la consulta del ginepijo, a por los resultados, nos citan en otra mansión en el barrio de salamanca. Tumbese y descúbrase la tripa, me dice la enfermera. Para qué? Pues para una eco (la tercera en tres semanas). Ah, es que no quiero hacerme otra eco. Pues es que en esta consulta se hace ecografía cada vez que se viene, más o menos cada 3 semanas… (ostras, menudo negocio, eh?) Ya, pues que no quiero. Ah… no?... Ah... Ojos como platos. Ehhh… bueno… pero “bajo-su-responsabilidad”, eh?? Qué sí, que sí… que vale. Bueno, de esta me he librado… Tiene ahí MI analítica? Déjemela ver… No, no se la puedo dar, se la dará el doctor (Dios)… Joder con los pijos estos, no es mía la analítica? Entramos a la consulta, una habitación de 7x7 metros con cuadros de 2x2 y mesa de 2x3. Hombre, usted por aquí, pensé que no volvería… Pues ya ve… Bueno, la analítica está bien. El screening bien, riesgo “no-se qué-número”, va a querer anmiocentesis? Cómoooo??? Amniocentesis? (sí, cuarto y mitad, no te jode?) Hay algo mal? Qué riesgo es ese??? No, el riesgo es “no-sé-qué-número”, …es (…suspense…)… bajo… Ahhhh, uf, joder qué susto (cómo les mola asustar, eh? Usted lo que quiere es asustarme para luego salvarme? Parece que sí, a las mujeres que he conocido allí les encanta, “es majísimo”, “menos mal que le conocí, me casaría con él”, “mi parto guay, me programaron la cesárea porque en la semana 12 tenía la placenta previa”.… ufff, qué grima!) No, no la quiero. Ah, vale. Salimos de allí pitando.


Semana 13. Bueno, ha llegado el momento de conocer a mi “súper-ginecólogo-seguro-que-va-a-ser-guay” del centro de salud, le llevo todos los papeles acumulados hasta el momento. Le cuento mi vida. Comparado con el anterior, nos pareció simpaticote, graciosete… (no debe estar acostumbrado a que sus pacientes le hagan tantas preguntas, le debí resultar un ejemplar curioso, le debí hacer gracia, vamos) Nos da cita para dentro de unas cuantas semanas… bien! Bueno, no es el ginecólogo de mi vida pero para hacer el seguimiento y que me mande las pruebas ya está, nosotros estamos empezando a pensar en el parto en casa….

Continua aquí...

viernes, 7 de octubre de 2011

El método Estivill funciona

Y vaya si funciona... ahora ya sé porqué...

El método Estivill consiste básicamente en dejar llorar a los niños para que se duerman, bajo la premisa de que cada vez llorarán menos, y aprenderán a dormir. Se puede leer un resumen aquí. Yo lo leo y me parece una broma...

Ayer, mi pequeñín estaba lleno de mocos, llenito, un tapón que no le dejaba respirar por la nariz. A la hora de acostarnos, con un hambre terrible, quería comer y no podía. Se tiraba a por la teta desaforado, daba una chupada, intentaba respirar y no podía, soltaba la teta, tragaba tosiendo, y a llorar. Así un montón de veces.

Al cabo de un rato repitiendo ese desesperante bucle, durante el cual  los nervios, el hambre, la frustración y el sueño iban a más, el llanto pudo con todo lo demás. El chiquitín estuvo llorando desesperado un rato que a nosotros se nos hizo eterno. Y al final, cayó rendido, triunfó el sueño. Un sueño más profundo que ningún día. Un sueño que venía del agotamiento, y que pudo hasta con el hambre.
Para nosotros fue uno de los peores momentos desde que estamos en casa los tres. Porque no queremos que llore, pero no podíamos hacer nada, estabamos tan frustrados como él. Al final cogió el sueño y pudo descansar, pero el disgusto, los nervios, el mal trago, la desesperación de que no le pudieramos consolar... esos, se durmió con ellos... Y nosotros, agotados, también. Pero hoy me he levantado con mal cuerpo. No se descansa igual cuando te acuestas después de haber pasado un mal rato.

Y entonces, esta mañana me he quedado dandole vueltas, pensando, sintiendo pena por todos esos niños que cada noche se acuestan así, porque sus padres, voluntariamente han decidido que así es como deben aprender a dormir, contentos tras comprobar que efectivamente al final el niño se duerme... que sí, que se duermen, yo lo comprobé ayer...

Este señor va a sacar otro libro que tanta gente comprará porque quiere lo mejor para su hijo y quiere enseñarle a dormir... y yo no quiero dejar de escribir aquí porqué no hay que utilizar este método:



  • Porque es ante todo una falta de respeto al niño. Nunca a un adulto lo tratarías así. Si tu pareja, tu  madre, tu amigo lloran... corres a preguntar qué pasa y porqué se siente así y tratas de consolarlo... por qué tu hijo no se merece esto? Si este tipo de entrenamiento se hiciera con otras personas, se llamaría maltrato. El respeto a cualquier persona, incluidos los niños, incluye el respeto a sus ritmos naturales.
  • Porque es un engaño. Porque sí, se duermen, pero este señor no cuenta en su libro que el daño queda. La inseguridad, el miedo a la oscuridad y a la noche, la sensación de que a papá y mamá no les importa que llores, el hecho de que tus necesidades no son importantes... Aún no han estudiado cómo andan de autoestima los niños educados con este "método" al cabo de los años. "Un niño que siente miedo y cuyo llanto no es atendido, segrega adrenalina y otras sustancias que hacen que en todo su organismo se active un estado de alerta (igual que te ocurre a ti en situaciones de peligro). Llega un momento en que la amígdala, una parte del cerebro emocional, se colapsa. Entonces el organismo empieza a segregar nuevas sustancias (endorfinas, serotonina) para combatir ese estado de alerta, pues no se puede mantener por demasiado tiempo. Es entonces cuando el niño, drogado por su propio organismo, se duerme. ¿Ha aprendido a dormir? No. Se ha autodrogado" (Dormir sin Lágrimas, Rosa Jové). En esto es que se basa el Estivill. Cuanto más pequeño es el niño, mayor es el estado de shock al que se le somete.
  • Porque implica actuar en contra de tu instinto como madre o padre. No hay nada que taladre más el corazón y los oídos que el llanto desazonado de un niño, y tu reacción instintiva es socorrerlo. Para no hacerlo tienes que morderte las uñas y tragarte el nudo de la garganta. Porque es antinatural.
  • Porque el niño no es un robot a quien hay que adiestrar en base a unas tablas con números. Necesita tu compañía y tu contacto, más aún por las noches. Es un niño y durante sus primeros años se están formando su personalidad, su autoestima, su concepto de la vida y de sí mismo. Pensar en el niño como en un ser manipulador por naturaleza dice muy poco de la conexión de los padres con la vida.

El método Estivill funciona, vaya si funciona. Los niños duermen. Autodrogados pero duermen. Con miedo pero duermen. Adiestrados pero duermen. Ya han aprendido "quién manda aquí".

Es importante que en una sociedad patriarcal y jerarquizada como esta, donde las emociones, la maternidad, la conexión con la vida están bajo mínimos... las cosas queden claritas desde el principio. Este niño tiene que aprender que sus deseos y necesidades no son importantes. El sistema necesita gente que no piense, que acate las normas, que no pregunte, que no se rebele. Que el amor, la naturaleza y el instinto no existan. Así que en este contexto, el método Estivill es un chollo, y además funciona.

Dejo aquí una página con un montón de información sobre el método, sus consecuencias, estudios sobre el llanto de los bebés, sobre el sueño y muchas cosas más. Y un libro que para nosotros ha sido genial: