miércoles, 24 de julio de 2013

Los padres podrán estar en las UCIs con sus hijos... en teoría

Hoy estoy  muy removida...

Y es que tenemos una buena noticia: ayer el Consejo Interterritorial de Sanidad aprobó que las UCIs pediátricas estén abiertas 24 horas para que los padres puedan estar con sus hijos. Por fin se tendrá que aplicar algo tan evidente y tan necesario como que los niños enfermos puedan estar con sus padres, y los padres con sus hijos.

Este es uno de los puntos que recoge la Carta Europea de los Derechos del Niño de la ONU pero que aún en muchos hospitales de nuestro país no se contempla, ignorando algo tan conocido como que el contacto, el apego y la lactancia materna son métodos de comprobada eficacia para acelerar la recuperación de los niños enfermos. Dice esta carta europea que los niños tienen derecho a estar acompañados de sus padres o de quien los sustituya el mayor tiempo posible durante su permanencia en el hospital, sin obstaculizar la aplicación de los tratamientos necesarios para el niño. Esto conlleva que los niños pasen muchas horas solos, se sientan desamparados y que en el caso de los bebés se dificulte en gran medida el mantenimiento de la lactancia materna. También se aumenta de modo innecesario el sufrimiento de los padres que no pueden estar acompañando a sus hijos en esos complicados momentos.

Mientras, en el hospital de La Paz presumen de respetar los derechos del niño hospitalizado, y ponen un poster con la Carta Europea de los Derechos del Niño en cada puerta, e incluso lo publican en su página web, pero existen aún varias unidades en las que esto no ocurre. El restrictivo horario de visitas de la "Unidad de Anestesia y Reanimación Pediátricas" por la que nosotros pasamos, hace que los padres apenas puedan ver a sus hijos enfermos allí ingresados sólo una hora y media por la mañana y una hora y media por la tarde. También en la "Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos" los padres sólo pueden acceder a estar con sus hijos tres horas por la mañana y tres por la tarde.

Por fin, después de mucha presión, varias campañas, y mucho empeño de muchos padres que hemos sufrido dejando a nuestros hijos "al otro lado del cerrojo", las puertas se van a abrir. Por fin. Lo hemos conseguido. Enhorabuena a todos. Porque repercutirá en todos. En los niños que sufrirán menos, en los padres que sufrirán menos, y en la sociedad en general que ha dado otro pasito en el camino de la paz y de la no violencia.

Sin embargo... para mí hoy es un día agridulce... y es que esta noticia, es buena, pero como siempre... todo depende de cómo se aplique. Las cosas no cambian de hoy para mañana. Es un paso importante, pero son muchas mentalidades a cambiar de repente.

Y es que, casualidades de la vida, resulta que justo hoy ha llegado a mis manos el historial medico de mi hijo, que recoge todo lo que pasó en aquellos tres meses que estuvo ingresado. No puedo evitar llorar al leer algunos comentarios de las enfermeras que cada día hacían sus turnos. "Pasa la mañana tranquilo pero todo el tiempo en brazos de sus padres" (¿?¿?¿??),  "los padres dicen que por las noches se pone nervioso" (?¿¿?¿?) así lo recuerdo yo... mi niño tranquilito todo el día con nosotros... y mogollón de tensión al tenernos que ir a casa, llantos, estrés nuestro por dejarlo así, la enfermera que nos anima a irnos como si no pasara nada, ... "se administra rivotril  por la noche y duerme 5 horas"... joder y si en vez de un tranquilizante le pusieran a su madre al lado? y si en vez de interpretar que el niño está intranquilo por las noches entendieran que los bebés se despiertan cada hora buscando a su madre? y si comprendieran que los bebés no saben que hasta las tres horas no toca otra toma de biberón? y si entendieran lo surrealista que es que su madre está en casa poniendo el despertador cada tres horas para sacarse leche?

Pues estas cosas, este tiempo tan duro, pasaron también nada menos que en una unidad en la que las puertas ya estaban abiertas 24 h. O sea, que supuestamente durante al menos esa parte de su ingreso, mi hijo podría haber estado acompañado todo el día y toda la noche. Pero cual es la realidad? La realidad no es una habitación con una cama en la que acostarse para pasar la noche a su lado. No. La realidad es un box de 4 x 10 m con paredes de cristal y 8 cunas entre las que se intercalan 8 sillones semireclinables (en total, más o menos un par de metros cuadrados por familia), con una enfermera que se ríe cuando dices que te vas a quedar también a la toma de las doce, y que cuando llegas a la toma de las 9 de la mañana te dice que qué haces aquí tan pronto, y que no puedes pasar todavía a ver a tu hijo porque están bañando a otro, a pesar de que las tetas te revientan y le estás oyendo llorar al otro lado de la puerta. Si, de esa puerta supuestamente abierta 24 h. O que te dice que hay que salirse porque va a pasar el médico a hacer la ronda, como si no pudiera auscultarle estando encima de su madre. La realidad es un médico que te dice que no lo cojas tanto porque se va a acostumbrar y luego cuando le operen y no puedas cogerlo va a ser peor. Esa es la realidad.

Así que nos quedamos con la parte buena, que es el gran paso dado ayer en la protección de los derechos de los niños y de sus padres, pero aún no podemos cantar victoria. Queda mucho trabajo todavía. Hay mucho que cambiar aún.  Y es que no son sólo las puertas... es la mente de muchos la que se tiene que abrir.

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